lunes, 13 de julio de 2015

La Política, siempre de Frente

Esta es la última publicación de “Política de Frente”. Es este artículo final la manera de cerrar un ciclo político, intelectual y comunicacional que ayudó en lo personal a transitar un proceso que, entiendo, debe ser perfeccionado aún más, y dotarlo de más voces y visiones en común para que sea genuino: la unidad desde las bases.

El miércoles 23 de abril de 2014 inicié este recorrido individual y en el cual intenté reflexionar sobre distintas temáticas de la política local, contraponiéndola a mi práctica militante en una organización peronista, comprendiendo la teoría y la práctica como dos puntas de una misma lanza, sintetizadas ambas bajo la idea de “praxis”. Una no es más importante que la otra, y en esto tenemos que ser claros entre nosotros, y a su vez, esa debe ser la línea que se baje en las organizaciones políticas: a veces el pragmatismo devenido en oportunismo puede llevar a la confusión y creer que la teoría es descartable, desechable y execrable, perdiendo el rumbo del colectivo y cayendo en un sinfín de paradojas. Nada más lejos de eso: no hay una buena práctica sino hay una buena teoría. La constante puesta en tensión del paradigma acción-reflexión es crucial para todo militante.

En aquel entonces, en el primer artículo titulado “¿Por qué una Política de Frente?”, se introducía a la dinámica del blog:
La pregunta inicial -y que da sentido a esta publicación- es intentar dilucidar ¿"por qué una "Política de Frente"?; por un lado, las comillas en la enunciación demuestra que hacemos referencia al nombre de la página, lo cual es verdad. El hecho de titular el blog de esta manera -y no de otra- es para retomar una línea de discusión y argumentación política que se centra en el eje de debates contemporáneos que deben revisar la historia profunda para descubrir aristas secretas, contextualizando las problemáticas nacionales y encontrar las respuestas -y soluciones concretas- en su propio nudo gordiano que encierra lo popular, democrático y federal, como un juego endemoniado. Las posibilidades de avance o retroceso como Patria y Movimiento están contenidas en las manos del pueblo argentino. Ya se demostró el 17 de octubre de 1945, durante la resistencia peronista, la lucha contra las dictaduras, el Cordobazo, las movilizaciones obrero-estudiantiles de principios de los 70, durante el retorno de Perón tras 18 años de exilio y proscripción del Movimiento Nacional Justicialista, la vuelta del camino institucional, la resistencia al menemato, el estallido social del 2001, los piquetes, en definitiva, la acumulación histórica de un pueblo que es parte de la consagración de las conquistas sociales y la ampliación de derechos que ha ido construyendo desde las bases hacia el Estado.

Por otro lado, el hecho de pensar la realidad nacional y sus vicisitudes a través de la constitución de un frente político será parte central de varios análisis de este espacio cibernético de reflexión y pensamiento. En la medida que cada uno de nosotros sea capaz de comprender la importancia que ha tenido y aún sigue teniendo el armado político de frentes con distintas vertientes que pongan a lo nacional y popular por delante, habilitando la discusión y el debate fraterno entre compañeros, propiciando la democracia interna en las organizaciones militantes, sindicales y universitarias, estaremos cada vez más cerca de dar un salto de calidad como actores políticos colectivos y podremos convertirnos, luego de mucho esfuerzo y apelando a la constante construcción de subjetividades, en una alternativa política que de respuestas a las demandas de los barrios de nuestra ciudad.”

Esas fueron las intenciones de este humilde blog, y esas fueron también las motivaciones –y las siguen siendo- de quien esto escribe. Es momento de abandonar aquí la continuidad de este espacio y continuar trabajando desde otros lugares por la unidad del movimiento nacional desde las bases. Dejar de lado las chicanas entre compañeros y darle lugar al encuentro y el debate de ideas. Los que impulsamos la unidad desde abajo la tenemos complicada en este momento, pero no importa, hay que ser como el agua, que baja lenta, segura y tranquila desde la cascada, pero no detiene ni desvía su curso. Debemos continuar ejercitando la crítica en cada lugar y pensar tácticas y estrategias diversas, poniendo la unidad por delante, a los barrios y construir un ideario de comunidad y Estado que nos devuelva la Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía Política en nuestra ciudad.

Aquellos que nos hablaron durante tantos años sobre la real politik y el “jugar en las grandes ligas” pensaron que nos mandaban a nuestras casas a relamernos las heridas, a perdernos en lo individual. Vaya a saber cuánto se ha mentido, cuantas palabras mal utilizadas se despilfarraron en la soberbia. Pero aquí estamos, haciendo política de nuevo, en nuevos escenarios, bajo nuevas formas, reencontrándonos con nosotros mismos, desde el inicio, desde dónde empezamos. Después de todo, dudo que esta sea una despedida, sino un nuevo punto de partida. Un impulso en el medio de la tormenta que invita a reinventar aquellas utopías colectivas que creemos más nobles en el centro mismo de la escena plástica cotidiana del marketing electoralista.

sábado, 6 de junio de 2015

Unidad Popular y Militancia Patriótica



Escribe Perón a Raúl Scalabrini Ortíz, en 1958, desde el exilio forzado en Ciudad Trujillo: “el fenómeno que se produce en los países de América Latina es el de una clase media con más sentido clasista que el proletariado. Los obreros tienen más claramente fijado el concepto de la integración nacional y de la necesidad de presentar un frente unido al adversario común. Las clases medias, en cambio, tienen extraordinaria tendencia a concentrar su espíritu combatiendo en antagonismos internos y artificiales, a menudo creados y siempre alentados por la propaganda imperialista. Es evidente que sectores cuya suerte está unida indisolublemente a los de la clase trabajadora tienen su vista puesta, sin embargo, en la oligarquía, que por su interrelación con el imperialismo está marginada de los anhelos y de las necesidades nacionales.”

En aquella carta, el General Perón expone ante Scalabrini Ortíz la necesidad de los intelectuales en el proceso de resistencia que desde hacía 3 años se había iniciado en torno al retorno democrático –a veces queda en un segundo lugar, pero en realidad la lucha por el retorno de Perón no era más que el regreso a la vía democrática del país, una democracia radical ya que eran los trabajadores los principales destinatarios, impulsores y defensores de las políticas populares del gobierno peronista-, aportando a la causa nacional desde la trinchera y enfrentando a la “intelligentzia”, siempre aliada del imperialismo. Allí, el líder exiliado le da una orden a Scalabrini Ortíz: “nadie mejor que usted para decir la palabra orientadora y llevar el mensaje que los alínea para mejor defender el programa que el país reclama.” El General reconoce en el autor de “El hombre que está solo y espera” a un intelectual comprometido con los destinos de la Patria.

Estos párrafos que nos antecedieron son ejemplificadores de lo que hablamos cuando mencionamos “la Batalla Cultural”; no es más que la necesidad de articular y movilizar la agitación popular detrás de un objetivo común. En momentos de enfrentar al enemigo principal se dirá “Defensa de la Patria contra el imperialismo”, y cuando se quiera avanzar frente a las contradicciones internas que se desarrollan dentro de la lucha política local, el enfoque será puesto en centrar la acción política en un adversario para –en términos gramscianos- dirigir y subordinarlo política y culturalmente, es decir, construir la hegemonía necesaria para derrotar al sentido común dominante, a la ideología impuesta por los grupos de poder concentrados, para volver a articularlos dentro de una nueva cultura, en la cual los trabajadores ocupan un papel importante para realizar la revolución socialista. Ese mismo rol preponderante otorgaba Perón a los trabajadores argentinos.

Continúa Perón: “el peronismo fue el primer movimiento político social que entabló la lucha en los verdaderos términos del conflicto: nuestro antiimperialismo fue práctico y efectivo, adecuado a la realidad y no a declamaciones teóricas. Eso que el pueblo sabía, recién después del 16 de septiembre de 1955, lo comprendieron algunos intelectuales que ahora buscan sumarse a la corriente nacional y popular en la que usted estuvo siempre enrolado.”  El pueblo aprende la política haciéndola y reinventándola constantemente en la calle, es decir, a prueba de error, con los métodos que tiene a mano, sean precarios o avanzados, no importa, nada lo detiene. De allí la expresión “política popular” para separarla de la “política elitista” o profesionalizada, donde parece ser que mientras más intelectuales haya, más prestigio se le otorga a la política. Esa es, a mí entender, una visión errada; la historia de las luchas de la  historia de la humanidad ponen en relieve que siempre se trató de un conflicto entre partes, entre sectores, y que podemos atinar a definir entre opresores y oprimidos, y que esos momentos históricos no quedan en un punto muerto o en una victoria definitiva, sino que el propio pueblo las salvaguarda en su memoria colectiva.

La unidad popular, entonces, obliga a identificarnos y construir dentro del bloque nacional-popular, para defender lo conquistado y enfrentar al enemigo oligárquico-imperial. Antonio Gramsci escribió en 1910, con solo 19 años, un artículo que tituló “Oprimidos y opresores”, en donde sostiene que “cuando un pueblo se siente fuerte y aguerrido, piensa enseguida en agredir a sus vecinos, rechazarlos y oprimirlo. Porque está claro que todo vencedor quiere destruir al vencido. “¿Acaso no fue eso lo que realizó el imperialismo en todo el mundo (ya sea bajo su forma yanqui, británica o sionista), oprimir ideológicamente a cualquier pueblo hasta despojarlo de su soberanía? Basta con repasar la proscripción a la que fue objeto el movimiento peronista durante 18 años y recordar el bombardeo a la Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955 para comprender que el enemigo existe y en lo único que piensa es en masacrar a la identidad política popular mayoritaria y democrática en nuestro país.

En estos tiempos que corren, es necesario también posicionarnos desde el paradigma de la militancia patriótica. Los peronistas tenemos que estar en la primera fila de defensa y construcción de una Patria Grande Justa, Libre y Soberana como reza nuestra doctrina nacida al calor del sentir popular hace 70 años, entendiendo que, como sentenció hace tiempo atrás John William Cooke, con el peronismo sólo no basta, pero sin él, tampoco se podría avanzar. Es en esa centralidad que sabe regenerar constantemente el peronismo donde se encuentran las tensiones necesarias para impulsar el conflicto permanente, y que continúa dividiendo –a nuestro país y al mundo- en opresores y oprimidos. En el medio de ese tablero no somos neutrales: constituimos y somos parte del pueblo. 



Volvamos a ser la Rabia





Las personas nos hemos acostumbrado a vivir en un mundo con recetas, sean estas efectivas o no, se han vuelto necesarias para poder evitar el espontaneismo o  la improvisación. En un mundo cada vez más complejo, asimilable al contexto geopolítico de Guerra Fría, cabe volver a preguntarse en un modo auténtico y original como lo hizo Lenin en 1902, “¿qué hacer?”, esta vez sin caer en una receta masticada, digitada por tres o cuatro cabezones de mesa chica, sino empujar el debate hacia adentro del propio peronismo, necesitando recuperar aquella consigna pre-electoral de 1983 que rezaba “Somos la Rabia”. Y como no ser la rabia luego de las miles de desapariciones de compañeros peronistas que enfrentaron a la dictadura, trabajadores y trabajadoras de esta Patria que soñaban y hacían la política popular, que construían un horizonte posible con la organización como bandera. El peronismo, en nuestra ciudad, tiene que volver a ser esa rabia incontenible. Tenemos que volver a nuestras raíces, a transformar el discurso en un vendaval político que rompa con tanto candidato artificial, con esta democracia liberal que posa sus ojos en la Intendencia y el Concejo, pero que tiene sus actores principales en la Fundación Libertad y la Bolsa de Comercio.

Tenemos que volver a ser la rabia porque no se puede seguir aguantando más la derrota de los dignos; tenemos que volver a ser la rabia porque no nos podemos resignar a un gobierno del PRO, con todo lo que eso significa; tenemos que ser la rabia porque ya hemos sido demasiado buenos, mejor dicho, nuestros supuestos representantes han sido “demasiado buenos” para el poder económico de turno, supieron aprehender los discursos dominantes, nos hablan de “inseguridad, narcotráfico, inseguridad”, pero dejaron de hablar de Justicia Social, de Soberanía Política y de Independencia Económica.

Parece ser que el peronismo institucional de nuestra ciudad y provincia –concejales, diputados, senadores- creen que cada uno por su lado, es la mejor expresión del kirchnerismo. Esos errores que rozan el prestigismo, la soberbia y la vanidad siempre nos juega en contra cuando impulsamos la unidad desde las bases. No hay acuerdo posible entre los dirigentes, porque cada uno defiende el interés individual de la agrupación que lo pone en una lista o en un cargo en el Estado, ya que la utilidad más fructífera en términos de política contemporánea en la ciudad, han sido las organizaciones militantes como trampolines hacia el pretendido “lugar de poder”. Nada más lejos de eso con un movimiento nacional-popular fracturado como el que tenemos en nuestra ciudad y que entre 5 o 6 se reparten las migajas de un Partido Justicialista anclado en la derrota interna y externa. Este PJ se volvió peso muerto sobre las espaldas de las organizaciones políticas del peronismo, y fueron estas mismas también, las que se ahogaron en vez de oxigenarse.

Las elecciones se han vuelto un engaño para el peronismo local. Creer que “nuestros dirigentes” pueden salvar al peronismo solo por lograr un 30 y pico por ciento de votos, es no entender la historia de lucha que tiene el movimiento nacional desde casi 70 años. ¿Podremos conformarnos con 10 diputados, 4 concejales, un casi gobernador? ¿Nos tenemos que conformar a eso?  ¿Somos lo demasiado peronistas para incomodar el discurso del enemigo principal que, sin lugar a dudas, está apostando a la victoria del PRO en la ciudad y la provincia? ¿Somos lo demasiado valientes para criticar las prácticas y los diseños políticos de nuestros representantes institucionales? ¿Tenemos la voluntad y la maduración necesaria para reconocer que estamos yendo de error en error, depositando demasiada energía en campañas electorales cada dos años, pero no construimos un instrumento político que se piense a 10, 20, 30, 40, 50 años? ¿Cuántas coyunturas más nos vamos a tener que tragar para que la discusión sea otra y que al final, nunca termina llegando? ¿Cuántos sapos más vamos a tener que besar antes de comer, escudándonos únicamente en el “verticalismo” o en la “disciplina partidaria”?

Hay que volver a pensar un peronismo desde las bases, una mirada generacional que entronque con las mejores tradiciones de lucha de nuestro pueblo, encontrarnos con compañeros marxistas, socialistas, de la izquierda nacional, de la izquierda popular, vecinales, clubes, instituciones religiosas populares, comunidades originarias, sindicatos, universidades, y empezar a apuntar nuestra táctica de unidad desde abajo para ir consolidando una mirada política distinta, alternativa, pero posible, dentro del movimiento nacional-popular. Reconstruir en términos de política patriótica y dejar la mezquindad de la “realpolitik”.

Discutamos estrategia, encontrémonos para confluir –con los tiempos del largo plazo que lleva esta política- y forjemos de una buena vez una generación política que esté a la altura de derrotar a la neoderecha cultural de nuestra ciudad (Fundación Libertad), que se muestra en forma visible a través del apoyo al PRO, engrosando las filas partidarias y equipos de gestión con cuadros salidos de su institución, y construyamos un bloque nacional-popular que ponga en crisis el relato del neoliberalismo. El Frente Progresista ya no puede hacerlo, transformándose en un eslabón perdido de la cadena neoliberal en nuestra ciudad, ha sido desechado: sea o no sea gobierno en nuestra ciudad o provincia, el PRO ya ganó, porque se transformó en la principal fuerza de recambio gubernamental al PSP.

Tenemos que ser capaces de construir una herramienta político-cultural que incomode al poder de turno, a los grupos económicos de nuestra ciudad, que se ha vuelto especuladora, restrictiva, exclusiva. Debemos unirnos en torno a la idea de Patria Grande Latinoamericana, basándonos en nuestra diversidad, pero utilizándola para impulsar el debate y la confluencia de ideas para generar consensos internos y empezar a doblegar la fuerza neoliberal que nos está atando de pies y manos. Pero para eso necesitamos ser lo más duros posibles con nuestros dirigentes, que siempre se reciclan, que siempre se peinan para la foto, que siempre miran de reojo cualquier iniciativa que pueda opacar su kiosco de ramos generales.

Evidentemente, no podemos esperar que Cristina o cualquier otro dirigente medio del peronismo convoquen un Encuentro de la Militancia donde se discuta en los términos críticos que necesitamos para volver a ser la rabia y la barbarie en los términos de no amoldarnos al acartonado estilo electoral. Ese mandato está en nuestras manos y tenemos que favorecer el florecimiento de espacios de debate entre compañeros, hacer los replanteos que sean necesarios, y tener la generosidad, la humildad y las ganas de rehacer, reconociendo que hemos fallado y podemos volver a empezar si nos bajamos del caballo del sentido de pertenencia a tal o cual Orga como símbolo de diferenciarme del compañero.

Potenciemos la rabia, ganemos la libertad de sabernos compañeros y demos un salto de calidad política poniendo los trabajos de base diarios en un primer plano para volver a latir con un peronismo que se afiance en lo cultural, para poder lograr la victoria política contra el enemigo neoliberal y retomar la conducción del Estado para ponerlo al servicio del pueblo, para ponerlo al servicio de los trabajadores. Por otro lado, no le tengamos miedo a la consigna política “Socialismo del Siglo XXI”, ya que es contemporánea a la construcción de la cual venimos siendo participes y tenemos mucho más por ganar cuando veamos nuestro sentido patriótico ligado a la suerte de la Patria Grande Latinoamericana, con los ejemplos más notorios de Evo Morales en Bolivia y Hugo Chávez en Venezuela.


Volvamos a creer en la construcción de base, donde la humanidad vive y se realiza; volvamos a pensar en ganar pero entendida como una seguidilla de victorias diarias sobre el individualismo al que nos empuja la ideología liberal burguesa; volvamos a pensar en qué hacer, cómo hacerlo, para qué hacerlo, con quién hacerlo, cuando hacerlo; volvamos a sentir la rabia liberadora de saberse inconformista, sepultando las viejas ideas-fuerzas dominantes con desarrollos organizativos plurales, democráticos y combativos, sabiéndonos y encontrándonos dentro de las ideologías que torcerán el rumbo en Nuestra Patria y en Nuestra América: el peronismo y el socialismo del siglo XXI.  


domingo, 28 de diciembre de 2014

5 tesis sobre el kirchnerismo en Rosario




Tesis 1: Unidad desde las bases

Este primer punto es crucial para empezar a comprender la necesidad de construir un bloque político identificado claramente con la construcción de poder popular, y que trascienda a las organizaciones políticas y a los movimientos sociales que muchas veces quedan enredados en una lógica dependiente del verticalismo de dos, tres, cuatro responsables que creen que la centralidad de la política y de la toma de decisiones para el conjunto del pueblo dependen de ellos. En estos años de militancia, que no han sido muchos pero si intensos, el autor de este texto cree que no es así como se producen los mejores resultados para desarrollar una política de unidad en torno a identidades diversas, sino que debemos generar prácticas políticas críticas y perfectibles que logre transformar esa producción militante en nuevos avances de los distintos espacios de realización colectiva del rosarino (sindicatos, universidades, barrios, vecinales, clubes, etc, etc), poniendo en valor todas las experiencias que durante casi 20 o 30 años vienen siendo resistencia a un modelo socialdemócrata (en sus comienzos), y ahora ya desteñido de neoliberalismo rancio.

De lo que se trata es de agrupar en un colectivo nacional y popular a todas estas expresiones políticas, sociales, sindicales, universitarias y vecinales, que representan fielmente al pueblo rosarino ya que son los espacios que hemos podido construir, y darle una vuelta de tuerca para pensar nuevos escenarios que corra de eje el centro político de las castas constituidas durante 40 años de partidos pensados como estancia, y donde 4 o 5 (en el mejor de los casos) se reparten sus dividendos a costas del rosarino. Esos tiempos deben llegar a su fin y que nuevas estructuras frentistas pongan en crisis esa hegemonía destructora.

Tesis 2: Reconstruir una nueva Comunidad Organizada

Cuando Juan Domingo Perón expuso en 1949 en el Congreso de Filosofía de Mendoza el proyecto filosófico-político de la Comunidad Organizada que se transformaría en doctrina profundamente humanista para la realización nacional y latinoamericana, lo hizo como un legado para todas las generaciones posteriores. Es un deber, de todo peronista nacido al calor de las luchas históricas de nuestro pueblo y que toma la decisión de unirse a la larga caminata de avances y resistencias colectivas de la Patria, siempre identificado con las mayorías populares democráticas, avanzar en su lectura crítica y trascendencia cultural para plasmar sus puntos teóricos en la articulación de la vida en comunidad, expresada en los distintos espacios de realización colectiva que fueron expuestos en la tesis primera.

Allí, el General Perón sostiene que “ni la justicia social ni la libertad, motores   de nuestro tiempo, son comprensibles en una comunidad montada sobre seres insectificados, a menos que a modo de dolorosa solución el ideal se concentre en el mecanismo omnipotente del Estado. Nuestra comunidad, a la que debemos aspirar, es aquella donde la libertad y la responsabilidad son causa y efecto en que exista una alegría de ser, fundada en la persuasión de la dignidad propia. Una comunidad donde el individuo tenga realmente algo que ofrecer al bien general, algo que integrar y no sólo su presencia muda y temerosa.” Este es el proyecto del peronismo, y del cual el kirchnerismo se ha hecho parte para encauzar las voluntades dispersas tras la resistencia al neoliberalismo, es decir, a lo peor de los noventa, ya que era la extensión de la dictadura militar iniciada en 1976. Reconstruir los lazos de realización colectiva en la Comunidad Organizada del Siglo XXI significa crear un nuevo sentido común, propiciar la participación en todas las esferas del realización de hombres y mujeres estableciendo un profundo anclaje en el subsuelo de la Patria para construir un nuevo horizonte de época más allá de las coyunturas electorales. Reconstruir el movimiento popular en nuestra ciudad y transformarlo en un bloque histórico que dispute el mando de un nuevo Estado de Justicia Social es un motor de lucha que no debemos escatimar esfuerzos, tiempo y energía en vincular nuestra vida a tan hermoso objetivo.

Tesis 3: La construcción del Estado de Plena Justicia Social

En ese mismo sentido, Juan Domingo Perón expone: “la justicia no es un término insinuador de violencia, sino una persuasión general; y existe entonces un régimen de alegría, porque donde lo democrático puede robustecerse en la comprensión universal de la libertad y el bien generales, es donde, con precisión, puede el individuo realizarse a sí mismo, hallar de un modo pleno su euforia espiritual y la justificación de su existencia.”

Un Estado de Plena Justicia Social viene no solamente a reparar tantas demandas insatisfechas del pueblo, sino que además configura nuevos espacios para las relaciones sociales. Este es uno de los avances que el marxismo presenta en sus teorías, ya que las relaciones sociales de producción en el presente están determinadas por una construcción histórica a la cual debemos poner freno desde la concepción del mundo como humanistas revolucionarios. Y aquí es interesante lo que las corrientes peronistas y marxistas en tanto se centren en el hombre y la comunidad, tienen para aportar a la construcción de una Patria Grande que busque la felicidad de los pueblos que la integramos.

De todas formas, la convergencia de todas estas voluntades nacionales-populares debe darse en tanto y en cuanto estemos dispuestos a tener la centralidad política puesta en el desarrollo de la vida en comunidad como motor de lucha y perspectiva histórica para proseguir en la constitución de un Estado de Plena Justicia Social, al cual debemos llegar por medio del empoderamiento popular, como más arriba lo enunciaba Juan Domingo Perón.

Tesis 4: Nuevas formas de representación en lo institucional y en el barrio

Pensar y conformar un nuevo horizonte de época también nos desafía a darle un marco de representación y referencia que vaya más allá de los lugares institucionales tradicionales. Una democracia radicalizada debe desarrollarse sin tantos marcos de contención a las expectativas del pueblo y sus demandas iniciales, sino profundizar hacia un objetivo estratégico que posibilite realmente el poder popular como hegemonía y que supedite al resto de los poderes adversos a sus líneas políticas. En Rosario, por el nivel de concentración que existe, tanto en lo político (castas que conducen los partidos hace 30 años como patrones de estancia), en lo económico (el empresariado financiero, ya sea en bancos como en los negocios inmobiliarios, el blanqueo de dinero del narcotráfico, la producción de soja, entre otros), en lo cultural (producciones artísticas elitistas que configuran un status de ciudad europeizada, que rompe con la identificación de los sectores medios hacia un proyecto nacional y popular), es necesario construir un nuevo “tablero” que nos ponga en mejores condiciones para contrarrestar las cánones político-económico-culturales a los cuales nos arrastra el Frente Progresista Cívico y Social desde el comando del Estado Municipal y Provincial.

Hay que generar nuevas herramientas de representación política que surjan del propio pueblo, de los barrios que hoy no están siendo escuchados ni en el Concejo ni en la Intendencia. Asambleas, Comités, Foros: cualquiera de estas son valiosas si son utilizadas de la mejor manera posible. Correr el eje de la centralidad política de los lugares de representación institucional que no pueden dar respuesta a los anhelos de los rosarinos para fortalecer una idea de Comunidad Organizada y Estado de Plena Justicia Social arraigada en el Poder Popular o empoderamiento deben ser, desde este punto de vista, núcleos de proyección política para avanzar en una nueva concepción de ciudad.

Tesis 5: Un proyecto nacional y popular para Rosario

Para finalizar este ensayo, es pertinente sintetizar el mismo a través de la teoría de Ernesto Laclau esgrimida en “La Razón Populista”, como una idea-fuerza para reconstruir una identidad nacional y popular en nuestra ciudad: “el pueblo no constituye una expresión ideológica, sino una relación real entre agentes sociales. En otros términos, es una forma de construir la unidad del grupo. No es, obviamente, la única forma de hacerlo; hay otras lógicas que operan dentro de lo social y que hacen posibles tipos de identidad diferentes de la populista. Por consiguiente, si queremos determinar la especificidad de una práctica articulatoria populista, debemos identificar unidades más pequeñas que el grupo para establecer el tipo de unidad al que el populismo da lugar (…) Aquí tendríamos, por lo tanto, la formación de una frontera interna, de una dicotomización del espectro político local a través del surgimiento  de una cadena equivalencial de demandas insatisfechas. Las peticiones se van convirtiendo en reclamos. A una demanda que, satisfecha o no, permanece aislada, la denominaremos demanda democrática. A la pluralidad de demandas que, a través de su articulación equivalencial, constituyen una objetividad social más amplia, las denominaremos demandas populares: comienzan así, en un nivel muy incipiente, a constituir al “pueblo” como actor histórico potencial. Aquí tenemos, en estado embrionario, una configuración populista. Ya tenemos dos claras precondiciones del populismo: (1) la formación de una frontera interna antagónica separando el “pueblo” del poder; (2) una articulación equivalencial de demandas que hace posible el surgimiento del “pueblo”. Existe una tercera precondición que no surge realmente hasta que la movilización política ha alcanzado un nivel más alto: la unificación de estas diversas demandas –cuya equivalencia, hasta ese punto, no había ido más allá de un vago sentimiento de solidaridad- en un sistema estable de significación.”

Constituir un proyecto nacional y popular que rescate las mejores tradiciones de lucha de nuestro pueblo y ponga en valor lo conseguido durante esta Década Ganada en América Latina es imaginar un horizonte de unidad y felicidad que nos impulsa a redoblar los esfuerzos para conformar un frente diverso y conectado con las mayorías populares democráticas. Ser revolucionarios en el Siglo XXI es ser conscientes de la enorme tarea que, día a día, debemos trazarnos e ir avanzando paso a paso: la unidad en todos los sentidos para la victoria en cada batalla.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Los desacatados del sur del mundo


Basta que Thomas Griesa, un juez municipal de Estados Unidos decrete que Argentina es un país “en desacato” para que todos los grandes multimedios de comunicación de nuestro país y de la cadena imperialista de dominación y saqueo a nivel planetario lo reproduzca fielmente. Esa fidelidad a la hora de difundir una información poco tiene que ver con el criterio y la ética periodística, sino todo lo contrario: es lealtad a los poderes fácticos, es sumisión al gran relato hegemónico de los grupos económicos concentrados que anhelan volver a comandar los resortes del Estado para “liberar” la economía y poner las riquezas colectivas –lo público y lo comunitario- en manos de unos pocos. 

No faltan, en estas situaciones en que la soberanía del país quiere doblegarse, anteponiéndose la decisión del capital financiero y sus grupos de choque lobbysticos por sobre los Estados, los buitres internos. Diputados y senadores opositores al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se sumaron, rápidos de reflejos, a la catarata de expresiones a favor de la vanguardia del capital especulativo que está destruyendo la vida en sociedad e intenta avanzar en nuestra América Latina mestiza a través de estos eslabones que articulan el discurso del Departamento de Estado de los Estados Unidos.
El gobierno argentino, desde el 25 de mayo de 2003, cuando asumió la presidencia Néstor Kirchner, viene desarrollando una política económica de reindustrialización, generación de empleo (más de 5 millones de puestos de trabajo), de romper las ataduras con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial (en 11 años de gobierno no se le pidió un solo dólar a estos mecanismos de dominación imperialista), de entierro a lo que significó la Doctrina del ALCA en Nuestra América, en conjunto con Hugo Chávez, Evo Morales, Lula Da Silva y tantas organizaciones populares que confluyeron en el repudio a George Bush como símbolo del gran proyecto neoliberal que tanta muerte y hambre trajo a nuestras tierras.

La firme postura de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner ante esta nueva embestida del capitalismo financiero demuestra que Argentina es un país que no negociará su soberanía a costa de entregar las conquistas sociales y los derechos conseguidos con la lucha popular durante años de resistencia en las calles que culminaron con la reconstrucción del Estado de Justicia Social.
La causa contra el capital especulativo a nivel mundial es también una lucha de la humanidad en cualquier rincón del mundo. En varios países del globo las gárgolas del statu quo financiero, aquellos técnicos del FMI que diseñan las políticas de ajuste y las venden a los gobiernos entreguistas antinacionales para que apliquen el shock necesario al pueblo, sueñan con un retorno a las épocas oscuras de posguerra. El amplio apoyo que recibe el Gobierno argentino a nivel mundial es para resaltar y continuar impulsando estrategias de visualización y de repudio a los fondos buitres debe ser la tarea de todos los revolucionarios del planeta.

América Latina, en esta década ganada, supo ponerse de pie y aferrarse a sus raíces históricas. Nuestros gobiernos se parecen al pueblo, porque de allí vienen. La lucha por una Patria Grande económicamente libre, políticamente soberana y socialmente justa es un faro que ilumina la esperanza de los pueblos que buscan, con las alternativas del Siglo XXI, cortar las cadenas de dominación imperialistas. En esta batalla se define el futuro de la humanidad, entre liberación o dependencia.

lunes, 29 de septiembre de 2014

Sobre el concepto de irreversibilidad y el rol de las organizaciones políticas





El acto de La Cámpora en Argentinos Juniors que reunió a más de 40 mil militantes de dicha organización –que contó con la presencia y el apoyo de varios representantes de otras expresiones del kirchnerismo- ha dejado varios puntos para analizar, a casi dos semanas del hecho político de la agrupación más cercana a la Presidenta.
La Agencia Paco Urondo fue uno de los medios de comunicación que más se interesó por realizar un balance del acto camporista en el estadio “Diego Armando Maradona”. En un primer momento, la agencia a la que hacemos referencia comenzó está serie de notas con una entrevista al diputado nacional Andrés Larroque, Secretario General de La Cámpora, realizada por José Cornejo. En la misma, el “Cuervo” (como se lo conoce en el ámbito de la militancia kirchnerista) hace eje en varios puntos que hoy por hoy están discutiendo todas las agrupaciones del “universo K”: acumulación de fuerza, estigmatización a las organizaciones políticas afines al Gobierno Nacional, el Unidos y Organizados, las candidaturas del 2015, el rol de las agrupaciones más grandes, entre otras.
Pero volvamos al eje central de este texto que es el concepto de irreversibilidad. Larroque sostiene que desde la conducción de Cristina hasta los lineamientos de este proyecto, sus banderas, son irreversibles. También es irreversible la concepción de que la política es una herramienta de transformación. Para muchos jóvenes de otros momentos eso no era así. Por eso, nosotros vemos a esta organización más allá de los plazos institucionales. De cualquier modo, y más allá de todo, es un acto en apoyo a Cristina. En la medida que podamos congregar el mayor respaldo a este proyecto político, que entendemos que es respaldar al pueblo mismo en su estrategia de organización, será muy importante de cara a los años venideros para que no se retroceda.”
La frase –o el argumento, mejor dicho- del Diputado del Frente Para la Victoria ronda en un lugar común del kirchnerismo (que no necesariamente tienen porque ser negativo), y es el de centrar la atención en la idea de “la orga”, es decir, de ver la política y la táctica a partir del núcleo militante al cual se pertenece y descontextualizar la amplia base de sustentación y apoyo que tiene un proyecto histórico como el que rescató y propone día a día la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Nadie puede estar en contra de lo que Larroque asegura en ese apartado, pero los hechos demuestran que los últimos procesos de unidad y organización que han surgido desde el poder central del kirchnerismo hacia las bases del movimiento han sido insuficientes y muchas veces boicoteados por un mal manejo político y destructor de consensos de las organizaciones que se proclaman hegemónicas, como La Cámpora o el Movimiento Evita, dos “pesos pesados” que no pudieron confluir y dirimir sus diferencias en el Unidos y Organizados.
Con un recorrido de 10 años de gobierno popular y de reconstrucción de un movimiento histórico, las organizaciones kirchneristas que se convocaron para el lanzamiento del Frente Unidos y Organizados no han podido encontrar una dinámica acorde al supuesto de la “Nueva Política”. Lo viejo muchas veces se presenta como lo nuevo para arrastrarnos a todos bajo una lógica maniquea de pensar al poder popular dentro de los límites capitalistas de la política del marketing: acumulación númerica para negociar en mesas chicas un cargo rentado o una banca de concejal, diputado o senador.
El ejemplo de irreversibilidad más cercano en el tiempo que tenemos es el neoliberalismo y su estructura económica-cultural que aún sigue vigente y amenaza con volver todo el tiempo a comandar los resortes del Estado para disciplinar a los trabajadores y al pueblo argentino. Desde el 24 de marzo de 1976, cuando comenzó la destrucción del proyecto peronista y la comunidad organizada –que había conseguido sostener la idea de la irreversibilidad- queda inaugurado en nuestro país la era neoliberal a sangre, fuego, desapariciones, muerte y torturas.
Hoy, la neo-derecha cultural encarnada en los multimedios de comunicación concentrados, el fuerte lobby de la Iglesia Católica, los grupos económicos, la Unión Industrial, la Sociedad Rural y los agro-capitalistas inmorales, el Poder Judicial y los empresarios especuladores que generan la inflación y retienen los productos de comercialización son los enemigos no solo de un gobierno nacional, sino de un proyecto de país con soberanía política, independencia económica y justicia social, sea quien fuere el conductor de un proceso histórico de esas características. Busquemos en nuestra historia y lo veremos: Manuel Dorrego fusilado por “la aristocracia del dinero”; Juan Manuel de Rosas, tras defender la soberanía nacional en Vuelta de Obligado, es derrotado en Caseros por Mitre y exiliado en Gran Bretaña; Hipólito Yrigoyen es derrocado en 1930 luego de la creación de YPF, que ponía al petróleo al servicio del Estado Nacional; Juan Domingo Perón, tras 10 años de gobierno y conquistas sociales significativas como nunca en nuestra historia, es bombardeado por la Marina, la Iglesias Católica y la derecha, donde cientos de argentinos son masacrados, para luego ser destituido meses después y comenzará un periplo que lo llevará por Paraguay, Centroamérica, y finalizará en España.
El destino de un proyecto nacional y popular ha estado, en lo cotidiano, marcado por la tragedia.  Los caminos de liberación de la Patria no son fáciles, nuestra historia lo demuestra. Aún así, estos actos políticos que conjugan lo masivo con lo popular le devuelven al kirchnerismo una posición activa en el tablero político no solo de cara a las elecciones nacionales del 2015, sino en el enfrentamiento con los enemigos internos y externos, como lo es la lucha contra los Fondos Buitres, vanguardia del capitalismo financiero sanguinario.
Pensar el rol de las organizaciones del kirchnerismo es pensar también una política de masas. Entender que el poder no está en una agrupación por más cercana al Gobierno Nacional, sino en abrir el juego de discusión y oxigenación hacia el interior del propio kirchnerismo para unir y organizar tras un objetivo de trascendencia, a largo plazo. Ese es el desafío más grande que tenemos los militantes de base que formamos parte de un proyecto de Patria Grande. Más que respuestas, solo dejar algunas preguntas flotando en el aire: ¿por qué  no se pone en primer plano a los trabajadores como columna vertebral? ¿por qué pareciera que Cristina Fernández de Kirchner únicamente tiene confianza en La Cámpora? ¿es posible una unidad y organización desde las bases? ¿las agrupaciones hegemónicas del kirchnerismo están a la altura de propiciar la discusión y poner en primer plano estas críticas? ¿cómo hacer para recomponer la articulación con sindicatos compañeros para dotar al kirchnerismo de una fuerza  que posibilite seguir construyendo el Estado de Plena Justicia Social y que avance hacia un horizonte de mayores grados nacionalización de la economía y de socialización de la riqueza? ¿En qué quedarán los Encuentros de la Militancia? ¿cómo construir una Agenda del Pueblo? ¿Qué rol deben jugar las universidades nacionales para aportar a la construcción de una Patria Grande irreversible?
La irreversibilidad, en los términos que debemos pensarla, no pasan por una democracia de partidos que se turnen en el comando del Estado, sino por crear nuevos “refugios” que aseguren una institucionalización del proceso político abierto, y que sea imposible que un gobierno neoliberal lo haga volver atrás, retrasando el desarrollo del pueblo argentino. Por otro lado, hace falta un amplio movimiento popular que defienda las conquistas y los derechos sociales obtenidos, de los cuales fueron participes activos, para arraigar en la conciencia de los trabajadores una perspectiva de “profundización permanente”.  El kirchnerismo se constituyó sobre la base del conflicto permanente con los enemigos históricos, ahí fue cuando sacó su mejor cara y fue forjando su identidad en forma colectiva. Debemos continuar esa línea para lograr irreversibilidad cultural y, por sobre todas las cosas, asegurar la felicidad del pueblo argentino, como reza la doctrina peronista.
 

domingo, 28 de septiembre de 2014

El lenguaje herético del peronismo


Básicamente, el peronismo en nuestra ciudad se encuentra en una disyuntiva:  consolidarse como un bastión de la cadena liberal del sentido común dominante (junto con el Frente Progresista Cívico y Social de la intendenta Mónica Fein, los radicales de Boasso, Schmuck, Rossua, y el PRO  de Lopez Molina y compañía), o deja salir su barbarie, su sentido de pertenencia, aquél subsuelo de la patria sublevado que se convierte en hecho maldito del país burgués, construyendo poder popular para llegar a comandar los resortes del Estado a través del reverso de la ciudad naranja: las comunidades que integramos los barrios.


Volver a la base de constitución de un proyecto histórico nacional y popular en nuestra ciudad
Nuevamente, como decía Rodolfo Kusch, el hedor de la América profunda se enfrenta a la pulcritud de lo irreal. Las contradicciones en Rosario se expresan a través de una lucha entre fuerzas sociales y no entre partidos políticos, parafraseando a John Willliam Cooke. El peronismo encierra en su movimiento demoníaco una violencia incontenible que hace temblar “a los de arriba” y llenar de esperanza a los de abajo. El espíritu combativo del peronismo no está en un museo, ni en un libro, ni en las grandes declamaciones retóricas de dos o tres caudillitos improvisados que se venden como candidatos en tiempos electorales, sino que late vivo en el corazón del pueblo argentino y en la memoria colectiva de las resistencias históricas que dinamizaron al frente nacional y popular a lo largo de su conformación y existencia en estos 70 años.

Retomando la idea del reverso de la ciudad para dotar al peronismo rosarino de un espíritu indestructible y de la necesidad del humanismo revolucionario para poner fin a esta crisis existencial de la vida en comunidad en nuestra ciudad, Rodolfo Kusch vuelve a instruirnos: “Es indudable que nuestros luchadores de izquierda y de derecha no quieren advertir que ellos están parados sobre la mitad del hombre como la cigüeña. Ellos sueñan con las reivindicaciones sociales de una masa que no conocen, pero solo para asumir ellos mismos un papel social gratuito, con el secreto afán de convertirse alguna vez en clase dirigente”(1).  Kusch nos invita a propiciar, a dejar fluir, a fundirse con el pueblo, no tanto para cooptar y acumular para algún dirigente medio, sino para lograr un amplio marco de identificación con un proyecto histórico que está vivo, que respira, que se reproduce en la periferia y que debe institucionalizarse en organizaciones libres del pueblo (vecinales, clubes, centros de salud, etc) como elementos de nuevos valores y ordenadores de la vida en comunidad, mientras que, en el plano del movimiento, debe avanzar hacia mayores lazos de unidad y organización con otras agrupaciones políticas, sociales, de base, sindicales.  
De igual forma, Rodolfo Kusch sostiene que “en América no nos podemos limitar cómodamente a aplicar doctrinas. Ella exige ante todo una doctrina que no sólo contemple la necesidad de una transformación de las estructuras sociales y políticas o económicas, sino que también incluya la peculiar manera de ver y de sentir al hombre que alienta en el indio y en el mestizo, eso que llamé en otra oportunidad el estar.”(2) Este llamado imperioso de volver al hombre, la comprensión del mundo desde lo propio, con sus características avanzadas y sus sentidos conservadores, intentando bucear en las contradicciones para contemplar a la vida en el barrio como exponente desde donde partir para proseguir en forma colectiva hacia la acumulación de fuerza popular para organizar mayores núcleos de nuestro pueblo, en una firme construcción de instancias que nos posibiliten disputar –como movimiento político-cultural de liberación humanista comunitaria- la conformación de un Estado de Plena Justicia Social para estar en mejores condiciones frente a los poderes concentrados (grupos económicos), que en nuestra ciudad y provincia se encuentran representados en los empresarios especuladores del negocio inmobiliario, el Poder Judicial, la Mesa de Enlace  y los agro-garcas que guardan la cosecha de soja en silobolsa, la Bolsa de Comercio, la Unión Industrial, la Fundación Libertad como usina de pensamiento del orden liberal que le da basamento ideológico al proyecto de la gran burguesía, y la casta política de derecha neoliberal e izquierda abstracta (por ende también neoliberal) que son garantes del statu quo de los poderes económicos en nuestra zona. La solución no llegará por medio de fórmulas mágicas, sino a través de la unidad de base (el trabajo directo con el reverso de la ciudad, los barrios de la periferia, los olvidados, los excluidos, los sin nombre, los sin techo) y la constitución de instancias políticas de encuentro y organización superadoras a las ya existentes, que evidentemente son muy precarias.

En esto, Rodolfo Kusch es lapidario: “nosotros, como clase media, sometida místicamente a un gran plan, el de la burguesía europea de los últimos doscientos años, herederos de los objetos industriales, imbuidos de esa rara sencillez, como de regla de tres simple con que resolvemos todos los problemas y corregimos siempre al mundo,  tensos en medio de una oligarquía ganadera y un proletariado mestizo dentro de una ciudad amurallada, sin tiempo para mirar por lo que está más allá de la muralla, ni lo que está adentro de nosotros, sin una real finalidad en nuestras vidas fuera de esas etiquetas políticas que nos adosamos, o de las cositas que compramos, individualistas acérrimos, aun cuando entramos en un partido de izquierda: ¿cuándo y con qué medios aceptaríamos ese aporte profundo de América para resolver realmente el problema menudo y fácil de su economía, su sociedad y su cultura? ¿Cómo no vamos a desechar por monstruosa esa pesada humanidad que alienta en el indio de las comunidades agrarias, cuya principal característica y, quizá, la más chocante para nuestros prejuicios de clase media, es la de que vive sin urgencia?”(3) Debemos generar lazos comunes y profundos con nuestro pueblo para conformar un bloque histórico sólido, en donde todas las expresiones culturales que dan sentido a nuestra Patria Grande y la nutren constantemente, que pueda seguir dando batalla contra los enemigos históricos más allá de las coyunturas, y tenga como fin último la felicidad como máximo anhelo de una comunidad organizada. Tampoco hay una receta para encontrar alternativas, sino que es multicausal, como así también lo es nuestro pueblo mestizo. Por ende, toda generación tiene derecho a inventar e insistir en una forma de militancia que trascienda las pautas ya conocidas. Inventemos o erramos.

Kusch insiste:
“Realmente, ¿cuándo comprenderemos que la clave no está en arreglar a América, sino en someternos a ella y adquirir el plan de vida que le es implícito? Claro que para ello será preciso que recobremos una idea más profunda del hombre, y no continuemos en este juego gratuito de repetir, marxistas y democráticos, los preconceptos de una cultura burguesa occidental, como si estuviéramos dando la lección prolijamente en la escuela.
Es que tenemos un profundo miedo de apartarnos del gran plan. Del otro lado siempre se da el demonio, algo así como la anti-materia en física, algo que nos pudiera hacer zozobrar y que denominamos, un poco tapándonos las narices: peronismo, “cabecitas negras”, montonera, indios, villas miseria, lumpen o lo que fuera. Pero todo ello no es otra cosa que algo que no cumple el plan, sólo porque tiene ya el suyo propio.
Porque, ¿qué pasaría si aceptáramos sin más eso que América trae consigo en su plan en materia política o económica? Ya dijimos que lo peculiar de América, eso que yace en lo más hondo de ella, es su profundo estar, algo así como un dejarse estar, eso mismo que se traduce en Bolivia o en Perú o en el Norte argentino como una imposibilidad de darles a esos países o a esa zona la fisonomía liberal y democrática que toda nación correcta, creemos, debe tener hoy en día. Y nosotros estamos en un ritmo opuesto, una especie de ser alguien competitivo y creador que nos lleva precisamente a disfrutar de los beneficios del siglo XX.

Y es más. Ese mero estar de América implica soluciones políticas y económicas contrarias, como comunidad, y economía del amparo en oposición a una economía liberal del desamparo; además, una libertad que sólo se concreta al hecho moral de optar por el bien o el mal, y esa profunda escasez que apunta hacia una ausencia de la propiedad, o más bien, a una indiferencia por parte del indio o del campesino mestizo de lograrla con su propio esfuerzo.
¿Y vamos a asumir esa característica y hacerla propia? ¿Quién sacrificaría sin más eso de que está hecho en la gran ciudad y sustituye la sociedad civil, en la cual todos hacen lo que quieren y pueden guiarse por sus propios intereses, por la comunidad en la cual todo está reglamentado? ¿Quién reemplaza además el individuo por la totalidad, la libertad de tener propiedades por la libertad moral, la inteligencia por la simple fe?

Razones de historia y además ese afán de sentirse cómodo en medio de sus categorías ya adquiridas y defendidas por todos, lo impiden. Acaso, ¿quién nos saca la convicción de que estamos usufructuando la máxima expresión de la vida, la más confortable y la más inteligente en la evolución de la humanidad?”(4)

Básicamente, el peronismo en nuestra ciudad se encuentra en una disyuntiva:  consolidarse como un bastión de la cadena liberal del sentido común dominante (junto con el Frente Progresista Cívico y Social de la intendenta Mónica Fein, los radicales de Boasso, Schmuck, Rossua, y el PRO  de Lopez Molina y compañía), o deja salir su barbarie, su sentido de pertenencia, aquél subsuelo de la patria sublevado que se convierte en hecho maldito del país burgués, construyendo poder popular para llegar a comandar los resortes del Estado a través del reverso de la ciudad naranja: las comunidades que integramos los barrios.
A modo de conclusión de este escrito, Rodolfo Kusch vuelve, una y otra vez, a invitarnos a la reflexión en torno al movimiento peronista que queremos afianzar desde sus raíces: “la historia argentina para una clase media apenas comienza con el gobierno de Yrigoyen, porque con él asciende al poder, luego pasa al llano con la reacción y es desmembrada durante la época de Perón, quien le frustra su afán de convertirse en clase dirigente.”(5)

El peronismo tiene un lenguaje herético cultural, que incomoda, que viene a romper con las líneas liberales del Estado, el pueblo, la vida en comunidad, la democracia, etc. El peronismo le saca una ventaja importante a otros discursos supuestamente combativos (como la izquierda), ya que el peronismo es praxis: disputa poder real con la clase dominante, ya que tiene la acumulación de fuerza para hacerlo. Rosario no aguanta más y nosotros, las fuerzas populares, diseminados en muchos puños que no golpean juntos contra el enemigo histórico en nuestra zona. Ha llegado el momento de la unidad más allá de las organizaciones políticas y que el peronismo trascienda, en nuestra ciudad, como un elemento cultural que rompa con la destrucción social a la que nos está llevando el Frente Progresista Cívico y Social. Las respuestas, como siempre, se encuentran en nuestro valiente pueblo, reserva moral de la Patria.

Notas
1)      Kusch, Rodolfo, Obras Completas volumen I (Rosario, Santa Fe), 2007, pp. 314.
2)      ibid, pp. 314.
3)      Ibid, pp 315-316.
4)      Ibid, pp 316-317.
5)      Ibid, pp 307.